Por suerte los teclados que se quitaron en 1892 quedaron depositados en la catedral y se han conservado hasta nuestros días.

Con ellos no solo se ha salvado un bello trabajo de taracéa sino que nos permite recuperar la mecánica original y el tacto que tuvo el órgano en el momento de su construcción.
El desgaste y tono amarillento de estos teclados nos hablan de su uso y de las zonas más utilizadas en ellos.

Los teclados han sido examinados con mucho detalle para valorar el estado de cada parte y determinar el proceso a seguir. Se observan ciertas irregularidades de construcción y también de maderas empleadas. Hay que tener en cuenta que el órgano se empezó a construir con dos teclados y puede que hubieran ejecutado parte de éstos antes de incorporar un tercero.
El estado era muy malo, si bien solo faltaban teclas del tercer teclado y finalmente se han recuperado todos los elementos encontrados tanto de madera como herrajes, guías etc.
La implantación de teclas perdidas, sustitución de bisagras de piel, limpieza de hierros e hilos, reconstrucción de la gradilla de la mecánica de la cadereta y la consolidación y de bastidores ha sido junto a una limpieza cuidada, el trabajo realizado.
Una vez finalizados tenemos la sensación de no haber intervenido en ellos pues no han perdido nada de su aspecto añejo. Por otra parte son perfectamente operativos.
Curiosamente no tiene brazos decorados sino que los propios bastidores están decorados como continuidad del propio mueble.
El encaje de estos en la consola es perfecto y posiciona toda la mecánica correctamente.